¡Hola estimados compañeros de caminatas!
Luego de realizar el recorrido por los distintos contenidos
propuestos en el módulo 2, me quedan
muchas ideas en la cabeza sobre la forma de mejorar el proceso de aprendizaje.
En primer lugar, debo decir que las teorías de aprendizaje y
los enfoques metodológicos fueron conceptos nuevos para mí; que soy docente por
vocación y no por formación; que me fui construyendo como docente, al inicio de
mi carrera copiando modelos de mis propios docentes y luego modificando mis
prácticas a partir de lo que a mí me hubiera gustado recibir, de la interacción
con mis alumnos, o simplemente de acuerdo a lo que la intuición me marcaba.
Me movilizó la idea de que para que haya aprendizaje debe
haber “buena enseñanza”. Pero, ¿qué es la buena enseñanza?, algo muy subjetivo,
difícil de definir. Y en este punto los videos de Mariana Maggio me parecieron
casi reveladores.
Si bien muchos de los objetos culturales poderosos que ella
distingue como rasgos deseables en las clases están presentes en mis propias
clases (tales como la pregunta, ser una propuesta en tiempo real, el diálogo,
dejar abierta la posibilidad que existan distintas interpretaciones); me
gustaría en este espacio rescatar y hacer un recuento de los rasgos didácticos
de una clase poderosa.
Una clase poderosa debe sorprender, debe alentar el deseo
por saber, debe sembrar la duda, debe basarse en el diálogo, en la solidaridad,
debe estar construida cuidando al otro. Para ello hay que dejar de lado viejos
paradigmas, y hacernos a la idea que en las clases se puede crear, se pueden
romper patrones, se pueden abrir puertas, pueden inspirar. Una clase que logre una buena enseñanza es
aquella que logra conmover y perdurar.
Del análisis de mi clase memorable resultó una clase
totalmente diferente a la planteada originalmente. Realmente me di cuenta de lo
lineal, y magistral (¡si! Lo acepto aunque no me guste), de mi primera
propuesta. En este sentido, me siento entusiasmada por haber podido incorporar
tantas nuevas herramientas que me han permitido “abrir la mente”. Esto implica
dejar cierta zona de confort, dejar de lado un pensamiento lineal (quizá por la
idea que la distancia más corta entre dos puntos es una línea recta); y pensar
en propuestas complejas, atrevidas, aventuradas.
Mi nuevo desafío entonces: conmover a mis alumnos.
Les dejo aquí mi "clase memorable reloaded"
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