La tecnología avanza a pasos agigantados y se introduce en
todos los ámbitos de nuestras vidas, y por supuesto los ámbitos académicos no
son ajenos. Sin embargo, las personas utilizamos las tecnologías de diferentes
maneras y con distinta intensidad. Con esto quiero decir que, al menos en mi
experiencia; los alumnos son mucho más hábiles en el uso de las mismas que los
profesores. Y en este sentido los profesores tenemos mucho por aprender de
ellos.
Pero a la vez, creo que el rol docente es insustituible.
Esto significa que ante la incursión de las tecnologías en las aulas, los
docentes debemos dejar de lado prácticas que hace un tiempo eran efectivas pero
que ya no lo son; y modificar nuestras formas de ejercer la docencia.
Es
necesario reinventarnos, amigarnos con la tecnología; y de este modo continuar
acompañando a nuestros estudiantes en su proceso de aprendizaje y formación. Este es un cambio de paradigma, que implica para los docentes “desaprender” la
forma en la que enseñábamos y aprender una nueva.
Las metodologías utilizadas en la mayoría de las aulas han
sido pasivas, donde el profesor imparte clases de manera magistral, a alumnos
que “reciben” la información y conocimientos del profesor; y deben asimilarlas
tal como las reciben.
La irrupción de las tecnologías en nuestras vidas ha hecho
que nuestros alumnos sean diferentes a los de antaño: ellos quieren más
inmediatez, se aburren, tienen acceso a información que antes era patrimonio de
los libros y los docentes, se distraen, hacen “zapping” en clases.
Ante esta realidad el paradigma del profesor que “dicta”
clases magistrales y es el dueño de los conocimientos debe ser abandonado por
uno en el cual el alumno no sólo reciba información; sino que también “aprenda
a hacer” y “aprenda a ser”. Y es en este sentido que la incorporación de
tecnologías tiene mucho para aportar, ayudando a que los alumnos puedan apropiarse
de los conocimientos, pero también puedan llevar adelante un aprendizaje
colaborativo, puedan aprender a aplicar conocimientos a la resolución de
problemas, puedan desarrollar criterios, puedan ejercer destrezas sociales; y
puedan finalmente obtener conocimientos que realmente los preparen para la
vida.
Este nuevo paradigma representa una relación más igualitaria
entre docentes y alumnos: los docentes ya no estamos parados en una tarima
frente a los alumnos; los docentes estamos
con los alumnos, entre ellos, construyendo relaciones, descubriendo,
aprendiendo también.
Creo que este es el desafío.
30 modos de introducir la tecnología en el aula
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